Gregor Samsa, un comerciante de telas despertó un día convertido en una cucaracha gigante...
La primera vez que lo vi en la 'toma de protesta', Rafael Acosta 'Juanito' me pareció un hombre sin un gramo de dignidad, sobajado públicamente por un vulgar perdedor. Hoy no sólo me parece eso, sino totalmente alejado de la realidad, embriagado de falsos triunfalismos y con un firme propósito que le aterra reconocer, romper el pacto que hizo con su mentor.
Debo reconocer que es formidable escuchar a Juanito, el tipo me cae bien, es a todo dar ¿apoco no? Es una persona auténtica, sin poses, sin retóricas baratas, sin demagogia, que vive de sus 5 puestos ambulantes y una paletería a la puerta de su casa, todo un personaje del más puro folklore mexicano. Desgraciadamente ostentará (seguramente) un cargo para el cual se necesita mucho más que corazón, buenas intenciones y bandas tricolores en la frente.
La situación es por todos conocida, al menos por los que vivimos en este pobre México; un truco, un movimiento político orquestado por un hombre alejado de la razón, que busca reventar todo aquello que no acomoda a sus intereses, Andrés López.
Juanito prometió públicamente renunciar a un cargo que jamás aspiró ejercer, por ello le fue muy fácil decir 'sí', jamás se imaginó como Delegado de Iztapalapa administrando 3 mil 700 millones de pesos, el presupuesto más cuantioso de las 16 delegaciones de la Ciudad de México.
Hoy la cosa es distinta, gracias al apoyo del Sr. López, Juanito ganó y ahora se la creyó.
'El poder corrompe' es una máxima de esta vida y el mejor ejemplo es la metamorfosis de Juanito, que ni Kafka la hubiera imaginado, pero más interesante resulta la transformación de toda la gente alrededor de este hombre que hoy luce como una especie de ‘Güicho Domínguez’ de la política. Ayer en una entrevista mencionó que su popularidad no sólo es local, ni siquiera nacional, ahora es internacional! y arremete con una amenaza francamente chompirezca, "He pensado en lanzarme para la Presidencia de la República, tengo 3 años para prepararme".
En la Metamorfosis de Kafka, Gregor es sobajado por su propia familia que ante el radical cambio que sufrió su cuerpo, al final, simplemente lo dejan morir...
Siempre he creído que la verdadera metamorfosis la sufrió la gente que estaba a su alrededor, ya que él simplemente cambió su forma física.
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