No podría decir a exactitud cuanta gente se había congregado, eran las 6 de la tarde y hacía frío en la Ciudad de México. En lo que la gente ha llamado la Plaza de ‘San Pedrito’, allá por los rumbos de Coapa, justo donde el puente de División del Norte desciende, se sentía el calor de la incertidumbre, la gente hacía preguntas que nadie podía responder. Todas las miradas se dirigían a un punto, a esa vieja chimenea que desde hace tantos años daba fin al cónclave águila! Nada pasaba, la imagen era como una pausa, mientras la gente seguía llegando. De pronto, un pequeño halo de humo blanco arrebató el silencio y en un grito general de humanidad, todo fue alegría, ahí estaba, el mismísimo Guillermo Cañedo, descendiente de la familia Águila Real. Mesuradamente tomó un micrófono, miró a toda la congregación, suspiró y gritó más fuerte que un mariachi: HABEMUS TECNICUM! HABEMUS TECNICUM! HABEMUS TECNICUM! la gente lloraba, los niños reían, los perros aullaban, la ciudad se paralizó, era una verdadera verbena. Y apareció, ahí estaba, el RUSO! heredero de la glorias águilas de los años ochentas, ícono del más férreo americanismo, BRAILOVSKY! gritaba al unísono la gente. Salió, saludó y venció!
A este blog ya le hacía falta un poco de sal y pimienta panbolera.
viernes, 26 de octubre de 2007
jueves, 4 de octubre de 2007
Un buen recuerdo
Seguro te ha pasado que un día cualquiera descubres algo interesante que habías olvidado, como dejar dinero en algún pantalón que tenía mucho tiempo que no te ponías o encontrar algún objeto perdido en el lugar menos indicado cuando habías claudicado en la búsqueda de ese objeto... eso me pasó hace una semana que fui a ver a mi mamá y descubrí en su estudio un cuadro que pinté hace 5 años y desde entonces no había visto.
Este cuadro lo pinté por dos razones:, uno, porque mi mamá me platicaba mucho sobre sus visitas a distintos hospitales psiquiátricos de la Ciudad de México como parte de sus prácticas de la carrera de Psicología, las cuales me impresionaban mucho, y dos, porque un fotógrafo que trabajaba en ese entonces conmigo, hizo un excelente reportaje fotográfico sobre un psiquiátrico llamado Fray Bernardino y el material era tan bueno que me nació la idea de hacer un retrato de alguna de las fotos.
Una en particular llamó mucho mi atención, un hombre a contraluz con una mirada verdaderamente especial, entre nostalgia, tristeza, despojo, abandono, qué se yo? es difícil entender a una persona con una enfermedad mental.
A pesar de haber pintado varios cuadros de rostros y miradas distintas, fue un verdadero reto intentar captar su mirada y plasmarla en un cuadro.
En fin, fue muy agradable encontrar ese cuadro después de 5 años.
Este cuadro lo pinté por dos razones:, uno, porque mi mamá me platicaba mucho sobre sus visitas a distintos hospitales psiquiátricos de la Ciudad de México como parte de sus prácticas de la carrera de Psicología, las cuales me impresionaban mucho, y dos, porque un fotógrafo que trabajaba en ese entonces conmigo, hizo un excelente reportaje fotográfico sobre un psiquiátrico llamado Fray Bernardino y el material era tan bueno que me nació la idea de hacer un retrato de alguna de las fotos.
Una en particular llamó mucho mi atención, un hombre a contraluz con una mirada verdaderamente especial, entre nostalgia, tristeza, despojo, abandono, qué se yo? es difícil entender a una persona con una enfermedad mental.
A pesar de haber pintado varios cuadros de rostros y miradas distintas, fue un verdadero reto intentar captar su mirada y plasmarla en un cuadro.
En fin, fue muy agradable encontrar ese cuadro después de 5 años.
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