No podría decir a exactitud cuanta gente se había congregado, eran las 6 de la tarde y hacía frío en la Ciudad de México. En lo que la gente ha llamado la Plaza de ‘San Pedrito’, allá por los rumbos de Coapa, justo donde el puente de División del Norte desciende, se sentía el calor de la incertidumbre, la gente hacía preguntas que nadie podía responder. Todas las miradas se dirigían a un punto, a esa vieja chimenea que desde hace tantos años daba fin al cónclave águila! Nada pasaba, la imagen era como una pausa, mientras la gente seguía llegando. De pronto, un pequeño halo de humo blanco arrebató el silencio y en un grito general de humanidad, todo fue alegría, ahí estaba, el mismísimo Guillermo Cañedo, descendiente de la familia Águila Real. Mesuradamente tomó un micrófono, miró a toda la congregación, suspiró y gritó más fuerte que un mariachi: HABEMUS TECNICUM! HABEMUS TECNICUM! HABEMUS TECNICUM! la gente lloraba, los niños reían, los perros aullaban, la ciudad se paralizó, era una verdadera verbena. Y apareció, ahí estaba, el RUSO! heredero de la glorias águilas de los años ochentas, ícono del más férreo americanismo, BRAILOVSKY! gritaba al unísono la gente. Salió, saludó y venció!A este blog ya le hacía falta un poco de sal y pimienta panbolera.

